A principios de año mucha gente se propone ponerse a dieta. No te lo recomiendo. ¿Por qué?
Normalmente, ponerse a dieta implica lo siguiente:
- Algo temporal. ¿Y después qué? La mayoría de las personas que bajan de peso con una dieta, suelen recuperar todo lo perdido e incluso, al cabo de unos meses, tienen más libras/kilos encima que antes de empezar. Es decir, a largo plazo, probablemente habría sido mejor que no hubieran hecho dieta.
- Pasar hambre. Muchas dietas parten del principio básico de que para perder peso hay que ingerir menos calorías de las que se gastan. Eso lleva a reducciones drásticas en las cantidades recomendadas para cada comida, y usualmente a que la persona pase un hambre atroz. Y solo con voluntad va a ser muy difícil que ganes esa guerra a largo plazo, porque el instinto de comer para sobrevivir es muy fuerte.
- Saber matemáticas. Para no pasarte de calorías, muchas veces te ponen a pesar las cantidades de cada alimento, echar cuentas de las calorías que van en cada ración, de las calorías que quemas en el ejercicio, de las que necesitas según tu metabolismo… Y en muchos casos supone una innecesaria complicación.
- Una connotación negativa. Se asocia ponerse a dieta con un periodo de sacrificio, de privación de los placeres culinarios y donde solo caben las comidas insípidas y escasas.
- Un sentimiento de culpa. El día que, por lo que sea, comes algo “fuera de la dieta”, te sientes fatal y tu autoestima está por los suelos. Y si tienes un evento especial y renuncias a él por no salirte de la dieta, ¿de verdad merece la pena?
- Una visión demasiado simplista. Ponerse a dieta parece algo binario: o estás, o no estás. Por eso es muy frecuente que cuando un día te saltas la dieta, te da la sensación de que has tirado por la borda todo el esfuerzo que habías hecho y crees que ya no merece la pena seguir. La realidad es más compleja. Dependerá del contexto, pero generalmente una o dos comidas no tienen el poder de echar por tierra la alimentación de dos semanas.
MÁS SENCILLO DECIRLO QUE HACERLO
Salvo que hagas ayunos muy largos, comes todos los días. Por lo general, varias veces al día. Y previsiblemente lo seguirás haciendo toda tu vida. Por eso, tu salud y tu peso, que en gran medida están determinados por lo que te mueves y por lo que comes y bebes, son la consecuencia de las decisiones que tomas cada día.
Y éste es el único truco: CADA DÍA. Infórmate de cuáles son las mejores opciones, busca la manera de adaptarlas a tu vida y ponlas en práctica cada día.
CÓMO ELEGIR LA MEJOR OPCIÓN
A lo largo del día, te enfrentas con varias decisiones. Y una de ellas es: ¿comer o no comer? Es bastante habitual que a media mañana o en mitad de la tarde sientas hambre. O lo que crees que es hambre. En muchos casos solo son antojos.
Si estas acostumbrada/o a picar algo antes del almuerzo, o a merendar, es casi seguro que tendrás esa sensación. ¿Y cómo saber si es hambre o antojo? Hazte una pregunta: ¿Te comerías un plato de lentejas? ¿O un pescado al horno? ¿Quizá un plátano? Si la respuesta es negativa, seguramente solo tenías un antojo. El problema es que si tienes un chocolate, una bolsa de patatas fritas o algo similar, te lo comerás.
Y esto va ligado a la siguiente decisión: ¿qué comer? Ríos de tinta han corrido sobre cuál es la alimentación más sana y adecuada para el ser humano, y sigue sin haber un consenso claro y definido. Casi todo el mundo suele estar de acuerdo en algunas cosas como los vegetales, las frutas o el pescado. Pero… ¿la carne? ¿los huevos? ¿la pasta y los cereales? ¿la leche y sus derivados?
Lo que sí parece cada vez más claro es lo que NO hay que comer: alimentos procesados. Cuanto más larga sea la lista de ingredientes de un producto, mayor probabilidad hay de estarte metiendo alguna mierda para el cuerpo.
A ver. Soy el primero que en el cole me comía mis chucherías y bolsas de gusanitos naranjas en el recreo, y bollos con bastante chocolate para merendar a media tarde. Y hasta hace pocos años podía comerme un paquete de galletas diario. Ahora no lo hago, pero eso no cambió de la noche a la mañana. Fue todo un proceso entender lo que no le estaba ayudando a mi cuerpo, e irlo eliminando o sustituyendo por alternativas más saludables.
Es más, puedes seguir disfrutando de una pizza cuando sales con tus amigos, comer tarta de cumpleaños en las fiestas o un helado en verano. Elegir una alimentación más sana no significa dejar de tomarte una cerveza el fin de semana o que tus comidas sepan a calcetín sudado. Optar por cuidarte es aprender a disfrutar de la comida sin castigar tu cuerpo, y entender que si hoy te tomas dos copas no pasa nada, porque mañana vuelves a tu ritmo saludable.
Comer bien no es blanco o negro todo el tiempo. Si un día te sales un poco del camino no es el fin del mundo, vuelves a él en la próxima comida o al día siguiente y ya está. Ahora bien, si eliges todos los días lo que no te beneficia, difícilmente verás alguna mejora. Identifica aquellos caprichos a los que más te cuesta renunciar, dátelos de vez en cuando, y deshazte de los demás.
CÓMO ENCAJAS ESO EN TU VIDA
Quien mejor te conoce eres tú, así que esta labor es principalmente tuya. Tú sabes qué horarios tienes, cómo son las personas con las que compartes tu día, cuáles son tus peores tentaciones, qué comidas te gustan más…
A ver, hay una serie de cosas generales que te pueden servir:
- Créetelo. Seguramente ya sabes que puedes alimentarte mejor, pero te cuesta horrores hacerlo. Tienes mil y un problemas, y piensas que cuando lo intentes (o vuelvas a intentar) todo acabará pronto. Todas esas formas que has probado sin resultado son útiles, te han enseñado métodos que no funcionan. Pero hay uno para ti. Creélo, convierte los tropiezos en aprendizaje, y sigue buscando tu camino.
- Date un respiro. Sé responsable y consciente de las consecuencias de tus decisiones, pero tampoco te martirices. Torturarte cada vez que te miras al espejo es una presión demasiado alta para cualquiera. Encuentra un ritmo de cambio con el que te sientas cómoda/o y los resultados llegarán. Despacio, pero llegarán.
Los cambios, poco a poco. Si estás luchando por eliminar un alimento o una bebida de tu rutina, ve despacio. Hoy sírvete un poquito menos que ayer, y mañana un poquito menos aún. O si es algo que tomas todos los días, pues empieza por tomarlo un día sí y otro día no. En caso de que lo consumas varias veces al día, empieza reduciendo despacio el número de veces diarias. Los cambios drásticos por lo general los toleramos peor, aunque si a ti te funciona mejor, adelante.
- Evita tentaciones. Si hay alimentos o bebidas a las que te cuesta mucho renunciar, procura no tenerlos en casa. Aquello que tengas a mano, tarde o temprano lo acabarás consumiendo. La fuerza de voluntad es limitada. La tuya, la mía y la de todos. Es una realidad, no te sientas mal por ello.
- Lleva snacks/meriendas preparadas de casa. De esta forma, te aseguras de que tomas la decisión de manera más racional y menos impulsiva (cuando te entra hambre, pillas lo que tienes más cerca). Y si lo preparas tú, puedes incluir lo que más te guste o te apetezca en cada momento.
PON EN PRÁCTICA
Tú eres la/el protagonista de tu propia película, y el director acaba de decir ¡acción! El mejor guión, si no se pone en marcha, no servirá de mucho.
Ésta es la parte más importante: ¡empieza! Al principio seguramente cometerás errores, no verás avances, incluso puede que todo te parezca inútil. Ten paciencia. Lo fundamental es hacer. La teoría está muy bien, pero hay que ponerla en práctica. Haz, revisa lo que estás haciendo, quédate con lo que te está funcionando, corrige lo que no va tan bien, y repite el proceso. Tan sencillo y tan complicado como eso.
LIBÉRATE: DISFRUTA LA COMIDA Y LA BEBIDA SIN DIETAS
Te he contado por qué comer y beber de forma más saludable no significa ponerse a dieta.
Es un camino que puede empezar por salir a dar un paseo de 5 minutos, beber una soda/refresco menos al día, o cambiar las galletas de la merienda por un yogur con una fruta. Algo que te resulte tan sencillo que puedas hacerlo dos veces por semana, luego tres… Quizá después de un par de meses, seas capaz de hacer otro pequeño cambio. Al cabo del año, con 4-5 pequeños cambios seguramente verás resultados notables. Y una vez que has empezado, ¡puedes volverte imparable!
¿Qué cambios vas a hacer en tu alimentación este año? ¿Por cuál vas a empezar? ¿Qué es lo que más te cuesta dejar de comer/beber y que sabes que no es bueno para ti? Deja un comentario.
Perfectamente expuesto el motivo de no hacer dieta. Es más, todo el mundo debería hacer la NO-DIETA. Disfruta comiendo, se consciente, toma decisiones correctas, no te vengas abajo. Decide que pauta alimentaria vas a seguir para siempre, sin fecha de caducidad
Eso es! Se puede comer sano y disfrutar la comida.
Gracias por pasarte por aquí 🙂