EXPERIENCIAS DE UNA MUJER EN EL GIMNASIO

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Ropa finessLlevaba tiempo dándole vueltas, tratando de reunir las fuerzas para tomar la decisión, y por fin llegó el día. Ya no quería seguir así por más tiempo, estaba harta de sentirse mal cada vez que se probaba un vestido o se medía un pantalón, harta de sentirse culpable cada vez que se le antojaba un dulce, y sobre todo, harta de sentir que había perdido el control.

Pero no estaba todo perdido. Aún se sentía joven y con fuerzas para cambiar. Todavía era capaz de sentir ese ánimo, ese espíritu de la rebelde adolescencia, de los años en los que te crees capaz de todo y con hambre como para comerte el mundo.

Además, María Alejandra (o Mariale, como la solían llamar) era una mujer preparada para la vida moderna. Leía revistas y sabía que para perder unos kilitos (o unas libras) solo había que hacer un poco de ejercicio (saldría a caminar todos los días y se apuntaría a clases de aerodance para la temporada de lluvias), la dieta de la piña ecológica, desayunos de quinoa e infusiones de té con jengibre…

TOMANDO ACCIÓN

Al día siguiente consiguió salir pronto del trabajo y al llegar a casa desempolvó la ropa de deporte… ¡otra maldita cosa que ya no le quedaba! Bueno, se compraría un modelito de esos modernos 🙂 ¡Al menos empezaba su camino hacia la nueva Mariale con la ilusión de estrenar trapitos nuevos!

¡Dos días seguidos saliendo temprano del trabajo, todo un récord! Fue al gimnasio que le quedaba al lado del trabajo para apuntarse. Así de paso aprovechaba el tiempo mientras la fila de coches que se acumulaba cada tarde en la calle bajaba un poco.

Un muchacho muy amable le atendió, y después de indicarle dónde se encontraban los vestuarios, le explicó el horario de las clases. Justo iba a empezar una de baile, y eso le gustaba.

Cuando llegó a la sala de actividades dirigidas, un morenazo con una gran sonrisa le dio la bienvenida. “Mmm, me parece que voy a ser fija en tus clases, bombón”– pensaba mientras buscaba un espacio. Estaba llenísimo, así que se tuvo que conformar con un puesto en la última fila.

Por un lado lo agradeció, ya que el instructor utilizaba algunos pasos bastante complicados que le costó pillar. Poco a poco se fue sintiendo más cómoda y hasta se atrevió a levantar la mirada de sus pies. Así fue como se dio cuenta de la fila de babosos al otro lado del cristal, y de que todo el mundo la estaba mirando. “¡Qué vergüenza!, ya se han dado cuenta de que soy nueva… Espera, espera un momento…”. Justo delante de ella una rubia 90-60-90 se contoneaba cual gogó de discoteca. “¡La miran a ella! No me extraña, mira qué cuerpazo tiene la bandida… Pronto yo voy a estar así también”.

Clase baile

SOBREVIVIENDO AL PRIMER DÍA DE GYM

Y es que Mariale había sido una chica delgada. Todavía recordaba sus tiempo de estudiante, cuando comía sin limitaciones y podía lucir palmito en verano con su bikini. Pero con el tiempo llegaron las preocupaciones, las facturas… y, como por arte de magia, ¡las malditas estrías!

Entre divagaciones, la clase de baile llegó a su fin. ¡Primer día superado! Mariale temía que al día siguiente le doliera hasta sentarse en el WC. ¿Le quitaría eso las ganas de volver? ¿O se mantendría firme y conseguiría ir 3 días por semana? ¿Lograría controlar un poquito lo que comía?

Esta experiencia es solo un ejemplo de cómo muchas comienzan. Pero recuerda, solo tú decides cómo acaba.

¿Te suena esta historia? ¿Has vivido algo similar? ¿Cómo continúa? ¡Cuéntanoslo en los comentarios!

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Sobre los autores

Anais y Jorge

Somos padres y amantes del fitness. También tenemos nuestros caprichos y momentos de debilidad. Combinamos hábitos saludables con trabajo, familia y ocio. Si quieres conocernos un poco mejor, lee nuestra historia.

Nos ha costado mucho llegar hasta donde estamos. En el camino hemos aprendido a distinguir los mitos de las realidades. Si todavía estás en esa lucha, pregúntanos con confianza.

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Comments

  1. liz says

    Me identifico con Mariale, pareciera que leo mi historia. En este momento de mi vida voy por la segunda semana en el gym y efectivamente todos los días me duele algo nuevo.
    Mi inquietud es que en algunos momentos siento que me canso demasiado rápido al realizar mi rutina, o el día que toca realizar circuito funcional. ¿cuanto tiempo me tardaré en adaptar y poder hacerlo completo?

    • Anais y Jorge says

      Hola Liz! Las primeras dos o tres semanas suelen ser las peores en cuanto a agujetas y dolores. El tiempo de adaptación va a depender de cuántos días entrenes por semana, de la intensidad con la que entrenes, del punto de partida… Lo que os recomendamos es que no tengáis prisa. Es preferible al principio empezar despacito, aprender la técnica correcta de los ejercicios e irte a casa con «ganas de más». Ya tendrás tiempo de aumentar el número de ejercicios y repeticiones, de subir la dificultad y de hacer entrenamientos más largos. Esperamos haberte ayudado. Ánimo!!

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