“Qué jodido es hacerse viejo, Jorge”, es una de las frases que más me repite mi tía. Tiene 83 años.
Y es que asumimos que, con la edad, viene asociado un declive físico y mental. De hecho, la edad es el mejor predictor de mortalidad que conocemos.
Pasados los 60, el número de pastillas que una persona toma cada día se dispara. El número de mayores dependientes crece sin parar. A este ritmo, necesitaremos más residencias que guarderías.
Pero, ¿y si esto no tuviera por qué ser así? ¿Y si hemos aceptado como normal algo que no tiene por qué serlo?
David Sinclair, en su libro “Lifespan: Por Qué Envejecemos y Por Qué No Tenemos Que Hacerlo”, habla del envejecimiento como una enfermedad. Y como tal, debe ser investigada para tratarla y curarla.
Su investigación, resumida en el libro, junto a la de otros laboratorios en todo el mundo, es un rayo de esperanza para todos aquellos que ven el paso del tiempo como una losa sobre su espalda. Es una puerta a la eterna juventud. A disfrutar con vitalidad de la vida hasta su final. E incluso a alargar ese final un poco más allá de lo esperado.
GENOMA Y EPIGENOMA
Allá por el año 2000 se anunciaba la descodificación del genoma humano. La ciencia había desvelado el contenido del ADN, esa información que se hereda de padres a hijos y que le dice a nuestras células lo que deben hacer: color del pelo, de los ojos, estatura…
Con ese conocimiento, había muchas esperanzas puestas en las infinitas posibilidades. ¿Seríamos capaces de averiguar el origen de las enfermedades cardiovasculares o el cáncer? ¿Podríamos por fin encontrar una cura universal?
Pero a medida que se profundizó, quedó claro que la respuesta no era tan sencilla.
Cada característica está regulada por diferentes combinaciones de genes, no por uno solo.
Además, a igualdad de genes, éstos pueden comportarse de forma diferente de una persona a otra. ¿Por qué? Porque existen ciertas sustancias que tiene la capacidad de activar o desactivar determinados genes. Al conjunto de modificaciones que estas sustancias producen en los genes, lo llamamos epigenoma.
¿Y de qué depende este epigenoma? De los factores ambientales, es decir, de tus hábitos de vida: ejercicio, alimentación, calidad del aire que respiras, nivel de estrés, etc.
LA TEORÍA DE LA INFORMACIÓN DEL ENVEJECIMIENTO
Según esta teoría, las personas envejecemos por la acumulación de daños en el material genético.
A medida que este material genético se va dañando (debido a las mutaciones que suceden durante la reproducción celular), nuestro organismo va perdiendo funcionalidad: nos volvemos más frágiles, más torpes y más débiles.
Adicionalmente, fallos en el epigenoma provocados por factores ambientales crean el llamado “ruido epigenético”, que nos afecta de forma similar.
El caso es que el cuerpo tiene un mecanismo para combatir este problema: unas sustancias llamadas sirtuinas, capaces de reparar esos daños. Al envejecer, lo que parece ocurrir es que llega un punto donde se les acumula tanto trabajo, que no dan abasto.
David Sinclair, investigador y profesor de la Universidad de Harvard, utiliza el símil de un CD. Existe una información grabada en el CD, las canciones, que podrían asemejarse al ADN contenido en los genes. Pero con el paso del tiempo, con el uso, la superficie del CD se raya, y las canciones empiezan a sonar mal (alteraciones epigenéticas).
Si fuéramos capaces de pulir la superficie y eliminar los rayones, el CD volvería a funcionar perfectamente. Si podemos ayudar al epigenoma a realizar su trabajo de reparación del daño genético, quizá el organismo podría seguir funcionando a altos niveles de rendimiento.
LA IMPORTANCIA DE LAS SIRTUINAS
Si la teoría anterior es correcta, y la evidencia disponible apunta a que sí lo es (revisión, artículo, revisión, revisión, revisión), lo que nos interesa es reforzar la actuación de las sirtuinas (las sustancias que reparan el daño genético).
Los seres humanos (y otros mamíferos) tenemos siete sirtuinas, con diferentes funciones:
- SIRT1: control del epigenoma y reparación del ADN.
- SIRT2: controla la división celular.
- SIRT3: regula el correcto funcionamiento mitocondrial.
- SIRT4: regula el correcto funcionamiento mitocondrial.
- SIRT5: regula el correcto funcionamiento mitocondrial.
- SIRT6: control epigenoma y reparación del ADN.
- SIRT7: control epigenoma y reparación del ADN.
Si hallamos la manera de que hagan su trabajo correctamente, el organismo dejaría de acumular daños en el ADN, y los síntomas del envejecimiento se reducirían drásticamente.
¿QUÉ PODEMOS HACER PARA REDUCIR EL ENVEJECIMIENTO?
A día de hoy, conocemos algunas acciones con cierto respaldo científico para retrasar este proceso de deterioro del organismo asociado a la edad:
- Restricción Calórica. Ojo, no es morirse de hambre. Tampoco es desnutrición. Pero reducir la cantidad de energía que ingieres, es uno de los mecanismos que mayor evidencia científica tienen a la hora de incrementar la esperanza de vida.
Asimismo, restringir la ingesta de proteínas, y en especial de metionina (presente en ternera, cordero, cerdo, aves y huevos) podría ser un método para simular los beneficios de la restricción calórica, y mejorar el número de años en los que un individuo goza de buena salud (estudio, estudio, artículo).
Se podría decir lo mismo de la arginina y los 3 BCAAs (leucina, isoleucina y valina), que activan la mTOR (estudio).
Hay una hipótesis interesante (estudio) como alternativa a reducir el consumo de metionina. Quizá incrementar la ingesta de otro aminoácido, la glicina (presente en la piel, los cartílagos, la gelatina, los órganos, los caldos de huesos…), favorecería un equilibrio entre ambos, que podría aportar los mismos beneficios.
El ayuno intermitente sería también un método que simula en cierto modo los efectos de una restricción calórica, y aporta por tanto muchos de sus beneficios sin la incomodidad de reducir las cantidades de comida.
- Ejercicio. Hacer ejercicio contrarresta muchos de los efectos asociados al envejecimiento: alarga los telómeros, mejora la función cardiorrespiratoria, mantiene o incluso incrementa la masa muscular, previene la fragilidad ósea, etc.
Ahora bien, la intensidad importa. Es importante introducir ejercicio a alta intensidad (esto depende del estado físico de cada persona) para ver los beneficios.
- Exposición controlada al frío/calor. Exponerse al frío (salir un poco menos abrigado, duchas de agua fría, etc.) estimula la SIR3 y la actividad mitocondrial (grasa parda). En cambio, la exposición al calor (como por ejemplo en una sauna) estimula la SIR2 de forma similar al mecanismo activado por la restricción calórica (activación de la AMPK).
Cualquiera de estas opciones tiene grandes ventajas adicionales:
- Son gratuitas, salvo la posibilidad de exponerte a temperaturas extremas dependiendo de dónde vivas. Pero comer menos te hará incluso ahorrar dinero.
- El ratio beneficio vs riesgo es superior a la gran mayoría de medicamentos conocidos.
¿Y ya está?
¿Eso es todo lo que la era de la información y la tecnología puede aportar?
No. Hay muchos investigadores y científicos trabajando en otras formas de combatir el envejecimiento.

QUÉ LÍNEAS DE INVESTIGACIÓN HAY
LA RAPAMICINA
En la década de los 60, un grupo de investigadores encontró una bacteria llamada Streptomyces hygroscopicus en la remota isla de Pascua, denominada Rapa Nui por los nativos.
¿Y qué tenía de especial? Al observarla en el laboratorio, detectaron que producía una sustancia (llamada rapamicina en honor al lugar de su descubrimiento) que permitía suprimir en cierta medida la acción del sistema inmune. Esto era especialmente útil a la hora de evitar rechazos en los trasplantes de órganos.
Recientemente, se han estudiado nuevas aplicaciones de la rapamicina. Varios estudios en animales han demostrado su capacidad para alargar la vida (estudio, artículo, artículo).
Sin embargo, parece tener serios efectos secundarios a dosis altas a largo plazo, como daño renal y supresión del sistema inmune. Por tanto, hace falta más investigación para saber si podría ser segura a dosis bajas o en periodos intermitentes.
METFORMINA
A los diabéticos tipo 2 les sonará. Es el medicamento que se prescribe a nivel mundial para tratar la enfermedad.
Usada desde 1957 a raíz de los estudios del doctor Jean Sterne, es uno de los fármacos que más tiempo se llevan utilizando, lo que da cierta tranquilidad sobre su seguridad a largo plazo.
¿Y por qué te cuento esto? Pues porque hace poco, se empezó a observar que las personas que tomaban metformina vivían más y mejor (revisión), independientemente de su efecto sobre el control de la diabetes.
Se ha asociado a la metformina un rol protector frente a enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer.
Hay incluso un ambicioso estudio en marcha, el TAME (Targeting Aging with Metformin), para evaluar en humanos, con una muestra suficientemente grande y un periodo suficientemente largo, los efectos de la metformina sobre el envejecimiento.
RESVERATROL
¿Todavía tu médico te recomienda una copita de vino para la circulación? La culpa es del resveratrol. Bueno, de los títulos sensacionalistas de la prensa, de estrategias de marketing y del resveratrol.
Hace unos años, con el “boom” de los antioxidantes, uno se llevó el gran premio: el resveratrol.
Los estudios demostraron que podía reducir la velocidad de envejecimiento y alargar la esperanza de vida, activando los mismos mecanismos que dispara la restricción calórica.
Y aunque es cierto, lo que no se tomó en cuenta es la dosis requerida. Para provocar esos efectos a partir del vino, una persona debería beberse entre 750 y 1000 copas de vino tinto al día. ¡Cada día! Los efectos perjudiciales del alcohol lo desaconsejan totalmente.
No obstante, se sigue investigando la forma de obtener sus beneficios mediante una pastilla. Sin alcohol, por supuesto.
PRECURSORES DE NAD
El NAD (nicotinamida adenina dinucleótido) es una molécula que activa todas las sirtuinas. Al parecer, la producción de NAD disminuye con la edad. Por tanto, si pudiéramos suplementar NAD de alguna forma, ayudaríamos a las sirtuinas a hacer su trabajo y combatir el envejecimiento (artículo).
El NAD se forma a partir de la vitamina B3. Se han identificado varias moléculas intermedias a partir de las cuales se produce el NAD. Específicamente, hay dos de ellas que están obteniendo resultados prometedores:
- NR (ribósido de nicotinamida)
- NMN (nicotinamida mononucleótido)
Aún es necesario investigar más para determinar su seguridad a largo plazo, pero es una nueva vía de esperanza.
SENOLÍTICOS
Las células de tu cuerpo también envejecen. A medida que se reproducen, cada nueva copia tiene la posibilidad de ser un poco menos perfecta que la anterior. Con el tiempo, la probabilidad de que aparezcan daños en el ADN va creciendo.
Afortunadamente, existe un mecanismo automático que vuelve estériles a estas células senescentes. Es decir, cuando una célula acumula mucho daño genético, deja de reproducirse.
Con el tiempo, estas células morirán (apoptosis). El problema es que pueden tardar mucho en hacerlo. Y durante ese tiempo, producirán una serie de sustancias (citoquinas) que afectarán a la salud de las células y tejidos que las rodean.
Para evitar que las células senescentes permanezcan enquistadas en tu organismo durante demasiado tiempo, y evitar así que el daño se extienda, hay una línea de fármacos (denominados senolíticos) en investigación (artículo, artículo, artículo).
REPROGRAMACIÓN CELULAR
¿Y si pudiéramos reprogramar esas células para que volvieran a ser jóvenes?
En el año 2012, el premio Nobel de Medicina fue para John Gurdon y Shinya Yamanaka por el descubrimiento de 4 genes que permiten hacer justo eso: convertir células maduras en células madre (artículo). A esos 4 genes se les conoce como los factores Yamanaka.
El potencial de esta tecnología es inmenso. Aparte de rejuvenecer el organismo, podrían repararse tejidos y órganos dañados, que hasta ahora no tenían esperanza de recuperación, como los nervios ópticos o de la médula espinal.
Esta vía de investigación, la reprogramación genética, permitiría que el cuerpo volviera a ser joven de nuevo, como en la película de Benjamin Button. Sería posible tener un físico joven pero con la misma sabiduría y recuerdos de la edad “real”.
Suena a ciencia ficción, pero David Sinclair afirma en el libro que no estamos tan lejos. Quizá unas décadas más hasta verificar que es una tecnología segura.
LA MÁQUINA DEL TIEMPO
En 1985 se estrenaba la película Cocoon, en la que un grupo de personas mayores recobra la vitalidad para volver a hacer cosas de juventud, gracias a unas plantas extraterrestres.
Hace 35 años, esto era pura fantasía. Hoy en día, la ciencia parece estar acercando esa posibilidad.
Tenemos suficiente evidencia de que el ejercicio físico, el ayuno intermitente, la restricción calórica y la exposición controlada al frío y/o al calor contribuyen a activar diferentes mecanismos dentro del organismo para mantener nuestro cuerpo joven durante más tiempo.
Ahora bien, existen otras vías de investigación muy prometedoras, que apuntan a que podríamos llegar a los 80 con la misma vitalidad y energía con la que actualmente disfrutamos de los 30.
Todavía queda camino por recorrer. Quizá algunas investigaciones terminen en nada. Pero con la cantidad de frentes abiertos a día de hoy, es improbable que todos fracasen.
Estamos cada vez más cerca de descubrir cómo funciona nuestra máquina del tiempo. Estamos cada vez más cerca de ser jóvenes hasta una edad avanzada. Estamos cada vez más cerca de poder disfrutar de la vida hasta el fin de nuestros días.